martes, 24 de mayo de 2011

Entrevista



Aquí os dejo una entrevista en la revista digital LITERARIAS sobre La mujer del hatillo..

LUIS TRAPIELLO: “LA VICTORIA SIEMPRE ES OBSCENA”
Por José Havel y Javier Lasheras.
No es extraño que cuarenta años después, Luis Trapiello (Mieres, Asturias) esté a punto de estrenar su primer trabajo cinematográfico: La mujer del hatillo gris. Cuando era muy pequeño, nos cuenta, iba al cine tres o cuatro veces por semana. Luego dos al día, por lo menos. Lo dice con esos ojos rasgados y oscuros, atentos, con las manos revoloteando, fuertes y delicadas, de artesano o pintor, apoyando cada frase. Se apaga la luz de la sala del hotel en donde hemos quedado y empieza la película. Sobrio pero emotivo, sin subrayados ni aspavientos, el filme reivindica implícitamente la necesidad de la memoria histórica española. Varios minutos después, el diálogo es vertiginoso. Le gusta hablar, expresarse, contar anécdotas… la última de Rafael Azcona. Y sabe escuchar, encaja bien, con una templanza envidiable. Pero el estómago nos llama a todos y nos recibe esa casa del Véneto en Oviedo, el restaurante Arcimboldo, en manos de Laura Visentini y José, su marido. La rapidez de la conversación hace inevitable que algunos pensamientos le esquiven: un director siempre tiene sed y hambre de todo y uno o varios mundos en la cabeza. Su voz tiene algo de arrullo, amable y sonriente. Pero enseguida retoma el hilo… y nos cuenta la última aventura sobre aventuras que tiene entre manos. Compartimos entre los tres media de patés caseros y un plato de pasta cada uno, lo justo de vino y todas estas palabras. Bueno, al menos todas las que por el momento se pueden contar.
Y usted ¿de qué se alimenta?
Sobre todo de buena literatura, de buen cine y buena música... La telebasura ni probarla, y la radio tóxica menos aún. Es muy importante cuidarse.
Está usted casi en capilla. ¿Qué sensaciones tiene antes del estreno?
Aún estoy ajustándome la taleguilla. Todavía está el compositor, José Sánchez Sanz, con la música entre manos, y éste es un apartado muy importante, pero los resultados de momento son estupendos. Creo que terminaremos la película definitivamente a finales de mayo.
¿De quién espera más, de los críticos o de los espectadores?
Espero que llegue, que emocione, que conmueva a quien la vea.
El referente literario de La mujer del hatillo gris es un texto de Manuel Vicent, titulado “La mujer de la bicicleta roja”, incluido en el libro León de ojos verdes (Alfaguara): una historia basada en hechos rigurosamente reales.
Este ha sido un proceso muy largo, de varios años desde que me llegó la raíz del relato, en concreto desde una columna de periódico, y siempre sentí que provenía de una historia real, pero no lo supe hasta el otro día que se lo pregunté personalmente a Manuel Vicent, quien me aseguró que efectivamente María había existido y le habían ocurrido todas esas cosas. En todo caso es una historia que ha sido real, con distintos matices, en muchas familias españolas de entonces.
"Espero que la película llegue, conmueva y emocione"
¿Con qué problemas narrativos se encontró a la hora de afrontar la adaptación? ¿Partió usted de alguna premisa en concreto?
La adaptación ha sido fácil, porque en el texto original estaba todo de ese modo tan brillante... Lo difícil ha sido atreverse a cambiar de lenguaje un relato tan bueno. Eso sí, se han hecho hasta nueve versiones del guión y se han modificado y añadido personajes y escenas para hacerlo más cinematográfico. Y un guión es un jardín con senderos que se bifurcan infinitamente... La premisa principal ha sido trabajar mucho.
No sabemos si Manuel Vicent ya lo ha visto ¿cree que le gustará la adaptación que usted ha hecho?
Sí que lo ha visto, una copia de trabajo sin etalonar y sin la música, pero creo que sí que le ha gustado. ¡Al menos dice que nos vamos a hacer famosos! [Se ríe]
"Este filme es también una historia de amor"
El reparto de su cortometraje es importante, con algunos actores asturianos.
El reparto es espectacular. Aquí están quienes fui soñando que necesitaba para cada personaje, no se puede pedir más. Primero llamé por teléfono a María Botto, me pidió el guión y nada más leerlo me llamó para decirme que le encantaría hacerlo. Y así con todos los demás: Celso Bugallo, Álex Angulo, Pablo Rivero, un lujo; es muy difícil, aunque sea por cuestión de agenda, que puedas contar con estos actores. Parece que les gustó la historia y conseguimos hacerlo. También han estado un grupo de actores asturianos de verdad extraordinario: Luis Muñiz, Manuel Pizarro, Lucas Trapaza, Antonio Castro, Eduardo Antuña, Rosa Moreno... y Lluis Antón González, Enrique Villanueva, Manolo Cuervo…
A tenor del citado elenco de actores y de aspectos como las prestaciones observables en el trabajo con la cámara, se advierte una cierta holgura de medios en esta ópera prima suya. ¿Qué tal se le ha dado el mundo de la producción y las subvenciones?
La holgura también la proporciona la gente que ha trabajado en este corto. Además de los actores, unos veinticinco técnicos de todo tipo, la mayoría desinteresadamente; esto es muy destacable. En este mundo tan material hay mucha gente que todavía se embarca con la mayor ilusión en un trabajo muy exigente para que sean otros quienes se luzcan. Tengo la mayor gratitud con todo el equipo, muy especialmente con Tato Pérez, con mi amigo Toni de Benito, con María Lorences, Javi Vallejo, Susana de Dios, Roberto Álvarez, Miguel Carreira, Chus Cortina, Paco Sánchez, Irene Granda... con todos los que han participado... En cuanto a las subvenciones, contamos con una ayuda de la Oficina de Política Lingüística del Principado de Asturias y de momento nada más; todo el mérito es del productor, Geno Cuesta, de Blaster, quien ha apostado por hacer este sueño realidad, y que lleva alrededor de veinte años haciéndolo con muchos otros directores en Asturias; este tipo merece un homenaje sin duda. También del coproductor, Javier Suárez, que ha creído y apostado con el corazón por esta historia. La lista de agradecimientos es desde luego muy larga, aunque la de subvenciones muy corta.
"Hacer películas es una felicidad y un privilegio"
La interpretación de María Botto es magnífica. ¿Ha sido difícil dirigir a una actriz tan personal?
María Botto ha sido un regalo del cielo. No hemos podido ensayar, pero antes hablamos muchas veces por teléfono de cómo veíamos la historia y el personaje. Yo he aportado mi visión de principiante y ella la solvencia de una actriz con un talento y una técnica y un corazón abierto...María está impresionante en este papel porque se ha entregado en cuerpo y alma. Se ha quemado la piel bajo la canícula de Castilla, se ha rasgado la piel entre todas las zarzas ardientes del Antiguo Testamento, se ha dejado también la piel pasando hambre para adecuarse a la delgadez del hambre que exigía el personaje, ha trabajado todas las horas del día y de la noche, como los demás, y le ha dado esa dignidad en la tragedia a esta mujer, esa sobriedad y esa emoción profunda tan difíciles de conseguir... Aunque sea un corto, deberían darle un Goya por este trabajo.
¿Le molesta si le decimos que hay una apuesta por la sugerencia como estrategia narrativa en esta ópera prima? ¿Cree que será bien entendida por el espectador?
En cualquier obra casi siempre ocurre que hay distintos planos a los que acceder y distintos niveles de inteligibilidad y por tanto de comprensión. En todo caso creo que la película funciona igualmente desde cualquier ángulo, y sí, la sugerencia y la contención al tratar estos temas han sido totalmente intencionadas.
"Les ha pasado a nuestros padres y abuelos: el horror"
El argumento -que no desvelaremos aquí enteramente- es el periplo de una mujer asturiana —en el filme— desplazada del que fuera su ambiente natural hasta hacía bien poco tiempo, igual que le sucedió a la propia España de la democracia de la II República…
Es que al principio del proyecto tuve la tentación de hacer que la historia transcurriera en un tiempo y un lugar indeterminados, que transmitiera que algo así le podría pasar a cualquiera ante un giro terrible e inesperado de la Historia, de los que tantos han ocurrido en el pasado no muy lejano.
En ese sentido, aunque lejos de la narración de tesis, la protagonista femenina cobra valor alegórico en su condición de ser despojado y solo, aislado de lo que había sido su vida en el pasado inmediato, al que sólo le quedan sus recuerdos, su memoria.
María representa en este caso a los invisibles, las mujeres, la intrahistoria, y lleva consigo una cierta esperanza, pero a la vez, y sobre todo, el peso de un mal presentimiento.
"Tres mil cabrones de toda calaña"... [es una frase que aparece en la película].
Exactamente. Cualquiera podría verse de repente, sin saber cómo, preso o fusilado; o verdugo o carcelero, les ha pasado a nuestros padres y nuestros abuelos. El horror.
"La lista de agradecimientos es larga; la de subvenciones corta"
Al comienzo del relato, el personaje del pastor (Celso Bugallo) le pregunta a la protagonista (María Botto): “¿De dónde eres?”. Y ella, a la que sabemos asturiana por sus propias palabras, le responde: “Ya no lo sé, lo he olvidado”. Es triste, incluso peligroso, y mucho, que un pueblo llegue a semejante situación…
En determinadas circunstancias hemos visto que es así. La historia de Manuel Vicent se entrelaza con otra historia familiar cercana en la que un hombre que ha luchado por la libertad, huido durante cinco años al monte y que se ha entregado para que cesaran las torturas sobre su mujer, es encarcelado. Luego, después de que su mujer le busca por las cárceles de España y tras ser dado por muerto, aparece milagrosamente después de media vida. Sus propios hijos, que efectivamente ni siquiera sabían quiénes eran ellos mismos ni de dónde venían, le recriminan su actitud y no le dirigen la palabra; en lugar de héroe vuelve como un villano, y acaba suicidándose el día de año nuevo. La realidad, como siempre, va mucho más allá que la ficción.
Por cierto, cuando escribió el guión ¿tenía ya en la cabeza ese paisaje y esas texturas de luz?
Sí. En algún momento se planteó la posibilidad de adaptarlo al escenario de Asturias, pero en esta historia el paisaje desnudo y seco de Castilla es un personaje más. De hecho hemos esperado para rodar al momento justo, tras la siega, en que los campos están amarillos y la luz tiene ese acento dorado acompañando a esta mujer sola y determinada a encontrar a su marido.
Los hechos de la película transcurren en el pasado, pero resulta casi obvia la permanencia de un fondo de actualidad. ¿Ha sido ese su propósito principal al acometer este cortometraje?
Desde luego que sí; la película apunta finalmente a la inconcebible actualidad de las miles de personas asesinadas y arrojadas a las cunetas de España.
No hay peor luto que aquél dentro del cual no puede realizarse el duelo por los muertos propios...
Hace 30.000 años, y según algunos autores incluso 120.000 años, con los neandertales, aparecen los primeros enterramientos rituales, un hecho que podríamos decir, nos hace humanos. En Ruanda se han celebrado decenas de miles de juicios y reparaciones para cerrar las heridas. Somos una anomalía mundial en un país del "primer mundo". Como nos recuerda el maestro Vicent es el mito de Antígona… que dio su vida por enterrar dignamente a su hermano para que su alma no vagara sin rumbo. Desde entonces creemos que los vivos no pueden vivir en paz mientras no estén en paz los muertos.
Nos hallamos ante un relato sobre la indignidad de una derrota opresiva, también ante una historia de dignidad en la derrota.
La victoria siempre es obscena, y en la derrota sólo cabe intentar la dignidad.
Al igual que sucedía en El Sur (Víctor Erice, 1983) con “En er mundo”, en La mujer del hatillo gris también un pasodoble, en este caso “El gato montés”, cobra un alto valor expresivo.
En el texto original "El gato montés", que es el pasodoble más taurino y por tanto el más difícil de encajar, es el que bailan María y su marido el día de la boda y para ellos tiene un significado especial. Esta película también es una historia de amor.
Ahora que ya ha pasado usted por el trago de la primera experiencia, ¿qué es lo que no volvería a repetir?
Volvería a repetir lo que hiciera falta. Hacer películas es una felicidad y un privilegio.

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